Encefalomielitis equina oriental

La encefalomielitis equina oriental (sinónimo: encefalitis equina oriental) es una enfermedad viral de los caballos que afecta al sistema nervioso central. El agente causal es un virus de la familia Togaviridae.

La enfermedad se caracteriza por fiebre, depresión, falta de coordinación y parálisis. El período de incubación es de 1 a 3 semanas. La tasa de mortalidad puede alcanzar el 90%. La encefalomielitis equina oriental es común en América del Norte y del Sur. El virus es transmitido por mosquitos.

El diagnóstico se basa en los signos clínicos y la confirmación de laboratorio (detección de anticuerpos, aislamiento del virus). El tratamiento es sintomático. La vacunación ayuda a prevenir enfermedades. El control de vectores también es importante para la prevención.

Por tanto, la encefalomielitis equina oriental es una peligrosa enfermedad viral de los caballos que requiere medidas preventivas y antiepidémicas.



La encefalomiositis equina (encefalitis) o leiomyos aloha es una enfermedad inflamatoria aguda o crónica del cerebro equino. A menudo se puede combinar con miositis y polirradiculoneuritis.

El principal agente etiológico de la enfermedad es la enfermedad oriental equina, cuyo agente causal pertenece al grupo de virus del herpes.

La enfermedad ocurre debido a una infección. En los caballos, la enfermedad comienza de forma aguda o subaguda. La infección se produce como resultado de la transmisión directa del patógeno desde un caballo enfermo o muerto. También es posible la infección por gotitas en el aire o por picaduras de insectos chupadores de sangre. El reservorio de infección son los caballos enfermos, así como roedores, gatos domésticos, cerdos, cabras y otros animales. Los portadores de la enfermedad son representantes infectados de mamíferos (roedores), los pulgones. En general, se acepta que las glándulas mamarias de sus "huéspedes" son el principal órgano de entrada del virus al ser humano. En algunas formas de encefalitis, pueden producirse daños en los ojos y la piel, pero lo más frecuente es que el caballo siga siendo portador del virus y no muestre ningún signo de enfermedad.