El reflejo de Henry Gower es un movimiento reflejo de la pupila en respuesta a una luz brillante. Este reflejo fue descrito por primera vez en 1873 por el fisiólogo británico John Henry. Era conocido como seguidor de Horace Warren Gower. A pesar del reconocimiento generalizado de este reflejo, la cuestión de si es congénito o adquirido sigue abierta.
Este reflejo se considera vital para el ser humano, ya que protege la retina del exceso de luz. Gracias a la capacidad de la pupila para contraerse y dilatarse, el ojo puede adaptarse a diferentes condiciones de iluminación. La constricción de la pupila ante una luz brillante ayuda a mantener una alta sensibilidad del fondo de ojo y la dilatación de la pupila reduce la cantidad de luz que incide sobre la retina y previene el cegamiento.
El reflejo se manifiesta rápidamente en los recién nacidos. Investigaciones recientes muestran que en bebés menores de dos semanas de edad, el reflejo suele desencadenarse por una sensación inconsciente de malestar, como la succión del pecho de la madre. A medida que el bebé se adapta a la vida fuera del útero, aumenta el tiempo durante el cual el reflejo permanece inactivo. Incluso después de un año de vida, el reflejo no es estable y, ante fuertes estímulos sonoros o luminosos, puede aparecer en varios intervalos. Además, las investigaciones han demostrado que el entrenamiento de la mirada no acorta el tiempo que tarda en producirse el reflejo.
En los adultos, el reflejo se activa cuando hay un cambio brusco en el nivel de iluminación, por ejemplo, al pasar de una habitación oscura a una luminosa. Esta reacción suele observarse a los pocos segundos de la exposición al estímulo, tras lo cual la pupila vuelve a su tamaño normal.
Fisiología del reflejo de Henry-Gower. La contracción refleja de la pupila está controlada por un estímulo luminoso. Adaptación del ojo a los cambios de luminosidad.