Trompa de Eustaquio: bostezos beneficiosos

La única forma de que el aire entre y salga del oído medio es a través de la trompa de Eustaquio, un canal que corre hasta la parte posterior de la cavidad nasal y se comunica con la nasofaringe. Gracias a este canal, la presión del aire en el oído medio se iguala con la presión atmosférica y, por tanto, se iguala la presión del aire en el tímpano. Cuando vuelas en avión, tus oídos se tapan al subir o bajar. Esto se debe a un cambio brusco en la presión atmosférica, que hace que el tímpano se hunda. Luego, un bostezo o una simple deglución de saliva provoca la apertura de la válvula ubicada en la trompa de Eustaquio, y la presión en el oído medio se iguala con la presión atmosférica; al mismo tiempo, el tímpano vuelve a su posición normal y los oídos se “abren”.

Los órganos auditivos son variados. El órgano auditivo de los murciélagos puede compensar la casi total falta de visión. Estos animales se desplazan utilizando sus llamadas: a intervalos regulares y muy cortos emiten ondas ultrasónicas de altísima frecuencia, inaudibles para el oído humano. Estas ondas, que tras reflexionar sobre el animal, permiten determinar la presencia de obstáculos y pequeños cuerpos voladores.

Los órganos auditivos a veces pueden adaptarse al clima del entorno. El zorro del desierto, un animal que pesa sólo 1,5 kg, tiene orejas de 15 cm de largo y, además de ayudarle a detectar a sus presas por la noche, una superficie tan grande de las orejas contribuye a la transferencia de calor y al enfriamiento del cuerpo.

El órgano auditivo de los insectos está equipado con una membrana que vibra cuando lo golpean ondas sonoras. Estas vibraciones se transmiten a un cuerpo líquido que, al moverse, arrastra células ciliadas sensibles.

La nota más baja que una persona puede oír es un sonido con 20 vibraciones por minuto; el más alto es un fino silbido con 20.000 vibraciones por segundo.